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Siguiendo con obviedades:

 

Shakespeare es el ser humano en estado puro.

 

Shakespeare sorprende, porque nos señala la obviedad de que al ser humano le mueven las mismas cosas: Los celos, sentimientos de inferioridad, envidias, farsas absurdas, el sexo, la venganza, el ansia de poder, las dudas, la paranoia, la locura, la muerte...

 

Con una nitidez, una sutileza y una lógica de sucesión de acontecimientos y reacciones con las que todos nos sentimos identificados.

 

Eso señala a su vez la obviedad de que seguimos siendo la misma mierda pinchada en un palo.

 

A big piece of shit en idioma original.

 

Y está escrito hace cinco siglos. 

 

Tito Billy vive en la delgada línea roja.

 

La que separa el lenguaje teatral y todos sus artilugios técnicos, de la vida.

 

De la parte de la vida más oscura.

 

Pero la que nos une a todos.

 

Y ahí empieza la paradoja.

 

La de observar las dos partes.

 

La que está iluminada en el escenario, y la que permanece oscura

 

 

 

La gran farsa de la vida en el escenario y la vida como farsa en el teatro.

 

Así funcionamos desde que conocemos este mundo.

 

En este sentido gira.

 

El teatro dentro del teatro, hecho vida.

 

En Shakespeare, la apariencia mundana esconde de lo que estamos hechos. 

 

A veces, aparece Shakespeare.

Sólo hace falta encender del todo las luces y observar.

 

Se ríe de nosotros.

 

Güenas noches

 

 

 

¿Que no hace falta el día de la mujer?

 

Claro que hace falta.

 

Mientras siga habiendo desigualdad.

No cobremos lo mismo.

Se nos juzgue por apariencia.

No podamos conciliar vida laboral y familiar.

Tengamos que renunciar a puestos por quehaceres hogareños.

Siga habiendo individuos que maten a sus mujeres por considerarlas seres inferiores.

Mientras los grandes pactos se firmen yendo de putas.

Haya señoritas que por el hecho de tener un buen físico tengan que aguantar flirteos de sus superiores, porque toca.

Mientras el embarazo sea motivo encubierto de despido.

Mientras en esta sociedad hipócrita la mujer tenga que demostrar cincuenta veces más fiabilidad que un hombre para que se tenga en cuenta su opinión.

O hacerse la tonta.

Mientras existan los estereotipos de rubia tonta y fea graciosa (porque no puede ser de otra manera).

Mientras en las profesiones en la que la mayoría son mujeres los jefes y gerentes sean mayoritariamente hombres...

 ...

...No festejar este día es ponerse una venda en los ojos.

 

Dicho queda.

 

 

Si ya lo decía Hamlet: palabras, palabras, palabras...

 

La palabra en un texto en papel en sí misma sin la intervención humana no son sino sucesiones de letras.

 

La intervención humana articula sus vocales, sus consonantes convirtiéndolas en sílabas, palabras, frases y parlamentos.

 

 

Las articula por algo, por un deseo de comunicarse, consigo mismo, con los demás o con el mundo, en un grito, o en un susurro, tartamudeando, de manera tranquila, atropelladamente.

 

Depende de su intención, de la emoción y pensamiento que induce ese deseo.

 

Sin el deseo ni las ganas de expresarse, las palabras son eso: palabras, palabras, palabras.

 

Pasa en la vida, de forma natural. Y el teatro trata de ser o expresar la vida misma. De infinitas formas, de 6000.000.000 de formas y maneras.

Absurdamente, simbólicamente, de forma naturalista...

 

Pero ese deseo de expresión siempre existe: somos nosotros., las formas por tanto son infinitas.  

Para expresar eso, nuestra visión del mundo dentro de las circunstancias de una obra escrita, basta con observarnos, ser honestos y expresarnos de forma profunda, sin artificios, sin tabús, sin egos, sin aspiraciones más allá del segundo siguiente. De forma humana, para transmitir al público algo que le interese, sorprenda, y nos sorprenda a nosotros mismos. Siempre presente, aquí y ahora.

 

De esa forma, ¿cómo no va a ser necesario el teatro?

Qué sencillo, y qué difícil.

 

Pena que a veces las prisas por montar y las circunstancias externas nos metan prisa a la hora de trabajar. Excusa. Pero me la permito..

Deseosa de ponerlo en práctica constante.

Gracias Gemma Sangermán por cargarme las pilas y hacerme ver que hay gente que trabaja de manera generosa, con honradez y sin prejuicios, de una forma que se asemeja mucho a la manera en que me gusta trabajar, mezclando Chejov, Stanislavsky y el trabajo de la voz. Y gracias a los compañeros-cómplices de la desventura. Y a quienes han  pensado que ésto encajaba.

 

Y gracias tío Willy, por plasmar como nadie la vida humana con una pluma y un papel.

 

 

Buenas noches, sin más...

 

 

 

A veces se nos va.

 

Se nos va la olla, se nos olvidan las cosas.

 

Hay que resetear.

 

Quiero decir, se nos olvida el por qué hacemos las cosas.

 

Lo que tenemos alrededor y nos impulsa.

 

La razón de ser de nuestra profesión.

 

Echas una miradita y ves a tu alrededor miseria humana, mamoneos, cómo funciona el mundo.

 

Encarcelados por robar a la población lo poquito que tiene que se vana a esquiar porque el gobierno tiene miedo de que tire de la manta. Partidos políticos que se aprovechan de los sueños y la rabia acumulada de la pobre gente para convertirlos en fanáticos. La hipocresía. La casa real en sí, que es porque sí, y el resto de morralla política por llamarlos algo fino y no llamarlos ladrones, capaces de besar a una rata para la foto.

 

Ésto a gran escala. A pequeña escala funcionamos igual, pataditas, zancadillas, el yo primero y luego ya veremos, peloteo, mamoneo.. Y luego nos las damos de amigos de la humanidad.

 

¿Tanto problema hay en admitir que todos somos la misma mierda y que la solución no es soñar con el mundo de la golosina sino trabajar de verdad por lo que queremos, con nuestras cosas buenas y malas?

 

Desencantada con el ambiente del sálvese quien pueda y el que si no está escrito no está dicho.

 

Hablemos de teatro.

 

Se nos olvida a veces lo que queremos contar o lo que queremos hacer. Por prisa, necesidad alimenticia o simplemente por nuestro propio ego herido.

Lo que queremos ser. Y lo que el público necesita ver.

La comedia, el drama. Como vía de escape. Vía de escape de la tragedia.

 

Nos falta morder el polvo. A menudo veo historias que pìerden su razón de ser, su perspectiva, póngase en el hueco la palabra técnica que se quiera, palabras son palabras.

Por nuestra necesidad de exhibición actoral, de dirección, nos olvidamos de la tragedia principal, de los sentimientos humanos que suscitan o simplemente nos impedimos dejarnos llevar por la necesidad de explote, del miedo a la muerte, de la necesidad de evadir la soledad, de amor, rabia, dudas, de lo que nos hace humanos, más que la extrapolación de sentimientos etéreos, vacíos e irreales. ¿Qué es hacerlo bien? ¿Qué es hacerlo mal?  No sé, simplemente no sé.

 

Admiro a Almodóvar, porque sabe como nadie recrear las situaciones trágicocómicas de la vida.

 

Como esa mujer, que recién separada, pierde su alianza limpiando chipirones y se echa a llorar en medio de una cadena de montaje a las 4 de la mañana,

 

 

Nadie sabe lo difícil que es para las pequeñas compañías organizarse y sacar adelante sus trabajos. Por muchas razones: porque no eres nadie, por falta de sustento económico, por tiempo, por mantener el rigor en el trabajo. No son excusa, eh? Que es que es así, como otras profesiones, es eso, una profesión que exige una dedicación.

 

En nuestro caso hablamos de Teatro Breve, que en teoría necesita de pocos recursos escenográficos que no actorales, necesita mucho trabajo.

 

Ni te cuento si pretendes hacer algo más largo o a mayor escala.

 

Para muestra, un botón:  el día de ayer.

 

Sales de tu trabajo cotidiano después de 7 horitas de trabajo caótico. Comes en 10 minutos del tapper que te preparaste ayer, en los diez minutos que estuviste en casa después de currar, entrevista de promoción y visionado de obras del badulake. En el caso de mi partenaire, curro y bolo el día anterior.

 

Pues eso, duermes cinco horitas después de repasar un poquillo en la camita y te levantas alegremente para ir a mordor en tu jornada habitual para acabar no encontrando el puto anillo.

 

Llegas a casa, te duchas (te aseguras de la depilación), coses tus cosicas y acudes a tu cita para buscar aparcamiento gratuito (perder dinero como que no)  antes de coger el metro e ir 20 minutos en dirección Kabiezes.

Llegas a la sala (llegamos tarde, costumbre de actores, ya ves).

Como las tolais principiantes que somos y buenrolleras dejamos que la otra compañía repase todo lo que tiene que repasar y esperamos. Y esperamos, y esperamos.

Y seguimos esperando, pero como bien han dicho, nos dejan para las 18:20 la sala para calentar, es asina, pero la espera es eterna.

En esto que llega la tele, nada, entrevista y ya cardiacas, pues mira oyes, así no nos da tiempo ni a pensarlo.

Ultimamos detalles técnicos y entra el público.

Qué decir, para esto lo haces coño, eso sí en el primer pase público frío, pero bueno, es el primero, aupa ahí.. hay que currárselo. El segundo a tope, más matices, el público más favorable y eso, adrenalina a tope leñe, que se lo merecen. Disfrutan, disfrutamos, y eso es impagable señora, impagable.

El público, la razón de ser de esta profesión.

Pues sí, es agotador.

 

Gracias Arimaktore, gracias por estar ahí para nosotros, sin grandes pasiones, sin prejuicios, sin delirios de grandeza, pisando en tierra, con cercanía, con sabiduría, ofreciendo ayuda, recursos, amando el TEATRO. Por ofrecernos a todos, público y actores, un lugar y un tiempo.

 

El día que cojees, te levantaremos.

Muchas gracias y adelante, siempre adelante.

 

Comentarios

16.09 | 18:20

Nasnoches, ay Rita!

27.03 | 15:58

Ceeo que he podido ser yo la inspiradora de este fantástico post. Al menos lo de la frustración y la pataleta parece que me suena. Espero ser recuperable 😂😂😂

19.03 | 21:35

Me ha encantado tu reflexión Ana y gracias por compartirlo. Un gran abrazo. Reyes Cid.
Hasta pronto

07.07 | 11:55

Aupa lander, no he podido escribir mas, pero si, hobby, en fin, eso hace que muchos trabajos sean no remunerados o de baja remuneracion.