De nuevo por aquí.
Tengo muchas cosas pendientes que comentar: que si el proceso y final de "The Good Wife", las terceras temporadas de "Stranger things" y "Por trece razones", la tercera de "The Hanmaid´s Tale", la
tercera de "This is us", el final de "OINB" que por fin puedo ver, el estreno de "Fleabag" las experiencias vividas en Madrid con Cinemaroom, escenas de la vida cotidiana, la nueva pulsión que me entretiene que consiste en apuntar todos mis recuerdos
en un cuaderno por orden cronológico...
Pero llevo varias semanas pensando que esta nueva temporada del blog debía iniciarla comentando el encuentro organizado por Eskena junto a las asociaciones de compañías
de la Zona Norte "Teatro y Ciudadanía".
Se trata de un proyecto en el que, entre otras cosas, se ponen en común diferentes actividades de compañías de la zona norte: Asturias, Galicia, Euskadi...
Lo que sé de teatro social y teatro del oprimido es lo poco que he podido intuir y experimentar en dinámicas de grandes directores que han adaptado estas técnicas en su forma de dirección y lo que pude aprender en el Odin.
Fue un poco por casualidad y mientras cogía el autobús pensaba "Qué cojones pinto yo aquí", aunque eso no es nada nuevo, síndrome del farsante.
La jornada constaba de
dos partes, una en la que tres ponentes exponían sus proyectos, con sus dificultades y éxitos, y otra que consistía en un taller donde se nos mostraban algunas técnicas.
La primera ponente fue
Laura Presa, actriz, educadora social, fundadora e integrante de LA RUEDA TEATRO SOCIAL, una compañía madrileña que lleva diez años trabajando en diferentes proyectos tanto con grupos sociales como con
montajes propios de compañía. Resultó enriquecedor comprobar que lo que pensaba que sólo estaba muy presente en latinoamérica y en ciertos reductos europeos tiene en esta compañía un verdadero oasis. Habló
de dificultades económicas (al final los bancos paradójicamente acaban siendo la solución), de los conflictos éticos que se presentan (no se puede hacer esto de cualquier forma) y de la utilidad obvia de este tipo de trabajos para
con la ciudadanía.
Daba gusto oirle hablar de un trabajo honesto, no ególatra, no comercial, llevado a una utilidad social y a un punto en el que el teatro no puede morir, porque encuentra en esta forma su paradigma.
También apuntó, y ésto me pareció muy interesante, que está de moda, y hay que tener cuidado para que no desvirtúe su fin último. Vamos, en cristiano, que las compañías se aprovechen
para coger subvenciones y no deje de ser una transacción comercial.
El siguiente ponente fue el productor de Ados Teatroa, que recientemente realizó un montaje en el que los actores se mezclaban
con enfermos psiquiátricos.
Me sorprendió la celeridad de la elaboración del montaje (dos meses) y lo bien documentado que estaba, incluso con testimonios de los actores lego. Lo cual me hizo pensar que era de ese
tipo de montajes para recoger la gorra de las instituciones.
El mensaje del ponente fue un poco vacuo y con alguna que otra reivindicación absurda. Por eso voy a pasar de largo.
El tercer ponente fue uno de
los creadores del Festival FIOT de Carbalho, una pequeña localidad gallega en la que en 25 años, tres tíos que discutieron un día sobre cómo atraer el teatro a la zona y organizaron un pequeño concurso
escolar de teatro radiado, han conseguido implicar a todo el pueblo (mediante diferentes estrategias, trabajo sobre ranfo de edades, creando público) y tienen ahora un festival con más de tres variedades de espectáculos (circuito de bares
con pequeñas obras, obras de gran formato, un circuito de teatro local...) que dura prácticamente todo el otoño y que atrae a un montón de público.
Mientras nos contaba el proceso estábamos con
la boca abierta, porque además los pollos tienen su trabajo y hacen todo esto de modo altruista, así como todo el pueblo: las señoras llevan chocolate a los actores, la preparación se hace con batidas de voluntarios, vamos, que
se convierte en un pieblo volcado con el teatro.
Las únicas que cobran son las compañías (aunque nos contó que al principio les ofrecían techo y comida casera de las señoras del pueblo), gracias, según
contaba, a que podían acceder a apoyo institucional, porque tenían en cartera a unos asesores legales voluntarios que les hacen el papeleo.
IMPRESIONANTE
Ríete del mundo amateur. ¿No
estará el futuro de la profesión en sus manos?
¿No estaremos en Euskadi yendo únicamente en una sola dirección?
¿Por qué no hay apoyo a este tipo de proyectos
que ya existen (en San Francisco hay un grupo de teatro del oprimido, o "Caminamos para crecer", "El ALmazen" mismamente) y mueren a mitad de camino?
¿Por qué no se hace teatro en espacio poco habituales como
hace 20 años?
¿Por qué cuando se plantean el público no acude o se trata como teatro de segunda, cuando creo que es la base de la que debería partir cualquier proyecto, de su utilidad social
y de ciudadanía?
¿Por qué existe esta política mediocre de subvenciones?
Sin más, creo que estas jornadas ayudan a clarificar ideas, y por lo menos, ver qué es lo que no quieres
hacer con tu vida.
El taller fue fabuloso.
Nas tardes.