Creo que ya escribí en su día una entrada sobre Titzina, pero creo que de aquella a ésta va a haber diferencias, porque una con los años se va llenando de callos.
Hoy día, con la influencia
de instagram y el mercantilismo que reina en las artes escénicas y en la profesión actoral, sobre todo en ésta última, en la que cualquier actor sobornaría por meterse en algún episódico de una serie nacional
o entrar en gira en cualquier trabajo teatral (recomiendo la última entrevista a Eugenio Barba sobre el mercantilismo y la resistencia del teatro como hecho reivindicativo "per se"), sea del pelaje que sea, Titzina es como un oasis en el desierto.
Para los poco duchos en la materia: Son Pako Merino y DIego Lorca, dos estudiantes de Lecoq que se conocieron allí, en París, a finales de los noventa, y que desde entonces han montado, dirigido, producido, diseñado, vestido,
iluminado y actuado todos sus espectáculos, creando así un lenguaje propio. Con tiempo de cocción.
Unos tíos que aman su oficio por encima de todo y a los que se la suda realmente el resultado final siempre
que no afecte a lo que el público va a recibir.
Y hay que estar muy sobrao para hacer esto y que parezca fácil, a veces hasta simple.
Sus montajes siempre ahondan en un tema socio-humano importante concreto, de los universales digamos,
y anteponen ese discurso a cualquier aspaviento egocéntrico de demostración de maestría actoral. Es un trabajo de investigación, laboratorio o X, es su forma de hacer las cosas y no renuncian a ella sea cual sea la moda imperante.
Desconozco si se ganan la vida enteramente con esto de las artes escénicas (quizá esté diciendo una burrada, pero sé que uno de ellos es enfermero), porque hay que estar muy "relajado" para hoy en día atreverse
con esto.
Es hasta "transgresor" en los tiempos que corren. Más que lo que lo fue en su día.
Al turrón.
Hacía siglos que no pasaba por Pabellón 6, ayer a las 19:30 Barbra y yo acudimos
a la cita ineludible con este par. Bajábamos la media de edad, as always.
De factura, el montaje quizá no sea el mejor que les hemos visto técnicamente, quizá porque el espacio técnicamente está
limitado, algunos juegos de sombras y esos recursos sinestésicos que utilizan creo que estaban un poquito velados.
Actoralmente, en su línea, cero dramatismo para dejar que el espectador se empape de todas las capas que tiene
su mensaje, unas transiciones envidiables, y unos recursos corporales y vocales... pues eso: Lecoq. Cero EGO.
En cuanto a lo que el espectador recoge... pues muchas cosas:
La historia del oro, de la
conquista de Pizarro en las Américas (la verdadera historia de la Conquista, es un libro) llevada al año 2000, donde una gran empresa minera abre una sucursal en una pequeña aldea sudamericana, donde los indígenas trabajan
y van adquiriendo enfermedades derivadas de la contaminación por mercurio del agua, la tierra, el aire... (es un hecho real).
Ya la idea es acojonante.
Durante el montaje surgen paralelismos, reflexiones sobre la absurdez
de lo económico, del capitalismo, de cómo reaccionan los individuos en cuanto al dinero, como los propios indígenas enfermos son los sicarios de la empresa haciéndose así esta última invencible, cómo surgen
estafas en los seguros, cómo se autointoxican para recibir más compensación, surgen envidias, cómo el mismo verdugo, representante de la empresa, es un ser martirizado por su propia idiosincrasia que no ve a su mujer ni a sus hijos...
La historia repetida una y otra vez desde hace más de 500 años...
Como momento cúlmen para mí, hay una discusión acojonante entre el jefe del sindicato y el representante de la empresa en la que no
sabes de qué lado posicionarte. Ésto es Titzina: ellos te lo muestran y tú eres espectador, guionista y creador de tus propias imágenes y conclusiones o "no conclusiones".
Sin juicios,
sin egos.
Teatro puro.
Sí, la historia se repite: hace 15 años, cuando les vi por primera vez, había diez personas en el teatro de Muskiz, ayer P6 a medio gas.
Este texto
tampoco les hace justicia.
Gracias una vez más Titzina.
Nos da esperanza a algunas ver que todavía se trabaja así.