Ya era hora de que la televisión pública volviera a programar clásicos en su horario prime time.
Ocurría en mi infancia y cero que eso ha dotado a mi generación de cierta cultura cinéfila general que
va más allá de Ben - Hur o Lo que el viento se llevó, y es que hemos pasado mañanas y sobremesas viendo los clásicos de Chaplin, Buster Keaton, o los mismos Hitchcock o Billy Wilder sin ser conscientes de que lo que veíamos
son pequeñas obras maestras de la historia del cine, y que eran programadas porque no costaban apenas dinero en cuanto a derechos.
Así que, a título informativo, digo que los miércoles en La 2 van a echar mano de gran número
de clásicos para llenar la parrilla de primera hora de la noche.
Y hay otro día de la semana en la que se va a programar películas de factura europea de calidad.
Por fin.
Lo guapo
es que no van a ser las mÍticas películas que ya hemos visto cinuenta veces. Si señora, las coolturetas como yo no tenemos ni puta idea a no ser que nos presenten las cosas en los morros.
Por ejemplo, el pasado miércoles
se programó "La hija de Ryan", que ni por el forro se me habría pasado verla. Una película de impresionante fotografía y una de las mejores interpretaciones de un actor de reparto de la historia, la de John
Mills como Michael.
Old Style, Ladies.
Una historia comprometida, que se basa en el amor, que no se posiciona en ningún margen y que, como los grandes clásicos, deja al espectador la capacidad
de reflexión y de disfrute.
Recuerda a los clásicos de Chéjov en algún aspecto, sino en casi todo, y las interpretaciones son sutiles pero muy, muy efectivas. Es acojonante, pero creo que en ese sentido hemos ido para atrás
en muchos aspectos, sobre todo en el de concepción de ideas y de estilo.
Tres horas y cuartos sin cortes censores (qué modennos eran chica y nosotr@s que mojigatos nos hemos quedao) de
obligatorio visionado, aunque sólo sea por el morbo de saber que su director estuvo diez años sin rodar tras las críticas que recibió la cinta.
Buenas Tardes.