"Cuando estés frente a alguien, pregúntate primero si ha tenido las mismas oportunidades que tú".
(Ésto funciona en las dos direcciones, tanto como sujeto, tanto como complemento directo)
Barbra y yo siempre decimos que hemos tenido suerte en ésto de las artes escénicas.
Suerte porque hemos tenido la fortuna de aprender de los mejores en su ámbito.
Nos hemos encontrado
con maestros que lo son, o que si no lo son todavía, son lo suficientemente humildes y sabios como para admitirlo, lo cual les da el doble de valor. Porque son sinceros.
Cuando una dice que la humildad y la sinceridad del alma son
las bases de un buen trabajo, se presenten oportunidades o no, no lo dice en modo Mr. Wonderful.
Lo dice porque se lo ha visto a otros.
Y se contagia.
Con lo cual, de la misma manera que funcionan sus maestros, así intentan
actuar sus discípulos.
En consecuencia, por pura aritmética y estadística, la mayoría de los compañeros que nos hemos encontrado son pequeñas emulaciones de esa gente.
Los que no son ni humildes ni sinceros
simplemente desaparecen y se autodestruyen en ese remolino llamado mediocridad. Pero poco importan porque van despareciendo por puro egocentrismo. Lo que se traduce en comportamientos narcisistas, competitivos y absurdos que poco dicen de ellos como personas
y de su amor por su profesión.
No "desaparecen" como entendemos "desaparecer" los actores.
Desaparecen de la memoria.
Porque para ser buen profesional hay que ser buena persona.
Así que sí. Tenemos suerte.
Porque este fin de semana nos hemos seguido encontrando con una profesional"maestra", y unos profesionales compañeros.
Supongo que cuando sea viejecita
y alguien me encienda la luz, en algún momento, balbucearé alguno de estos nombres (Barbra estará tan pirada como yo):
Leti, Maien (Maier?, Maren?), Paula, Bárbara (la auténtica), Gabi, Iñigo, Amaia Ru, Amaia
Mo.
Miriam y Txober.
Nely
Gracias.
Sinvergüenzas.
Buenas noches.
Para otro día las regresiones a la adolescencia que sufrimos los actores cuando nos juntamos en grupo de
más de a tres.