Dos meses obligándome a no hacer nada, a dejar de pensar y dedicarme a querer a los que quiero y disfrutar de las pequeñas grandes cosas.
Obligándome a no rallarme, a pensar que la vida es algo más que
lo que hago y mucho más de lo que parece, a sembrar con calma lo que mi mente cree que precisa Turboboost.
A redescubrir los días de diario y las seis de la tarde en casa. Que cada cosa tiene su hora y su espacio y que el
futuro no existe y que todo va bien, que la vida realmente y si lo pienso, me sonríe todos los días.
A dejar de creer que todo depende de mi. Mardito ego roedor.
Y resulta que todo rueda cuando
menos te lo esperas y cuando te estás haciendo a la idea de ciertas cosas.
Que cuando te desprendes de las cosas del pasado y te aferras a las que tienes ahora y no quieres perder es cuando todo funciona.
Cuando eres auténtic@
(sin mierdas de mr. Wonderful) todo funciona.
Porque a ti te funciona. Y así debe funcionar.
No esperaba este mes de septiembre, y no puedo más que dar las gracias a Barbra, a mi gente,
y a la gente que me voy encontrando, que en mayor y menor medida se van quedando en mi corazoncico (moñas). Gracias Lucía; gracias Chris, Mar; gracias Pilar, Joan, Amaia, Ana, Mónica, Carmen, Agustín, Javi, Elena.
Así que nada, eso es, sin esperar nada. Así me quedo, a ver qué es lo que me depara este presente.
Sonrío un poco de medio lao al fin.
Luchad, luchad, no te conformes,
porque aunque caigas, siempre hay un momento en el que alguien te ayuda a levantarte, a veces mucho tiempo sin que te des cuenta, hasta que estás casi de pie.
Vaya entrada de mierda, eh?
Buenos días y
FUCK YOU ALL.