La percepción de las cosas es un misterio.
Pero misterymisterydimension.
De ésto que tocas la guitarra y dices: "guauuuuu qué temón, ésto lo tengo que grabar..."
Y lo grabas.
Y lo que escuchas se parece más a un gato epiléptico gritando en pleno ictus que a cualquier cosa mínimamente audible que puedas oir sin hacerte sangrar los tímpanos.
Sinceramente,
creo que la lacra llamada inseguridad que arrastramos los actores es directamente proporcional al hábito de uso de nuevas tecnologías.
Porque antes tú te currabas una escena, o unos pasicos de baile, o unas notitas
de una canción y oyes, a ti te decían que estaba bien y que qué energía más guapa que no sé lo que es pero te llega, pues te lo creías y ya está, y seguías trabajando con tu confianza intacta.
Mejorando la cosa con el tiempo. As your way.
Pero ayyyyyy, llegó el vídeo y se jodió todo.
Y eso que sabes también como espectadora que no es lo mismo una actuación en vivo de teatro,
o de baile, o alguien cantando en tu jeta unas coplillas que una grabación tosquilla de algo que no está pensado para ser grabado.
Pero vamos, que es verte y meterte debajo tierra coger la almohada, los libros de Chejov y
Dario Fo, ponerte de rodillas y fustigarte amargamente pidiendo perdón y clemencia por tu mísera alma.
Para los profanos, es como cuando cantas en un karaoke pedo perdida dándolo todo, que piensas que cantas como Rihanna,
aunque la pequeña parte que queda sobria de tu mente sospeche que estás graznando como una oca afónica. Y te la suda.
No, no es como eso exactamente.
Porque no es valorable. Quiero
decir, la cuarta dimensión del teatro no es grabable ni reproducible y es por eso que sigue vivo a pesar de todo.
A pesar de todo.
Por eso cuando tienes dudas te acabas sintiendo como la borracha cantarina,
en lugar de creer en tu intuición y seguir trabajando.
Porque Lola Flores ni canta, ni baila, ni falta que le hace.
Buenas noches.