¿Os imagináis una serie sobre Soraya Saénz de Santamaría?, ¿o sobre Teresa de la Vega y su gabinete? ¿O sobre el gabinete de Jesús Gil?
Pues eso es VEEP: una serie
sobre una hipotética vicepresidenta de los EEUU y su gabinete.
No sabemos a qué partido pertenece. Tampoco sabemos sus rivales a cuál pertenecen. Sólo sabemos que idolatra a Richard Nixon.
Y, ¿Qué más da si son todos iguales?
Una sátira que se centra sobre todo en la mediocridad moral y humana de los personajes, que a pesar de ello, logran el éxito profesional.
Un gran cuadro que retrata desde los comportamientos laborales: el siempre mediocre que nadie sabe por qué sigue en su puesto, el trepa, el enamorado de su trabajo que roza la línea roja de la psicopatía, la que se deja la piel
pero que obtiene poco mérito o la secretaria eficiente que sostiene todo el conjunto, pasando por el tocahuevos enchufado inútil y malcriado que obtiene un gran puesto hasta la vicepresidenta de caracter superficial y poco preocupada por su labor
política más allá de los canapés y los premios.
Una serie en la que lo humano carece de valor a veces hasta la náusea y el rechazo, pero que es una de las dos mejores series cómicas de la última
década. Para mí por lo menos.
Bien pudiera ser un reflejo de la absurdez en la que se basa todo lo que creemos que nos sostiene. Los grandes conflictos políticos, raciales, etc... Que realmente son una invención
estúpida que persigue intereses que ni siquiera somos capaces de entender por lo bizarro. Seguidores en Twitter, sondeos, bolsa.... eso es política amig@s: sólo un recuento de votos. Y los candidatos: sólo
unos personajes creados, Y las leyes: pues depende de a que Lobby favorezcan....
La absurdez de unos personajes que obtienen un gran poder, pero que en la calle no llegarían ni a la vuelta de la esquina. No valen una mierda...
...
...
...como la vida misma.
Me la he visto enterita, se ve fácil, porque siguiendo el formato de serie televisiva, los capítulos rondan los 20 minutos.
El guión es intachable, está
muy bien dirigida, el ritmo de comedia es perfecto, y los actores consiguen momentos increibles (el momento "baño" de la quinta temporada es lo mejor de la serie, qué bonita impro).
La línea argumental se va destejiendo y con ella
las pequeñas líneas de cada personaje, que ensamblan a la perfección.
A destacar su protagonista, Julia Louis-Dreyfus, y los secundarios Tony Hale y Matt Walsh.
La primera es acojonante por
su aparente facilidad para mantener con una credibilidad que pasma la imagen televisiva y visible de la presidenta y a la vez mantener su caracter de ser superficial y malcriado. Julia, capaz de desenvolverse en ese ritmo con cinco acciones a la vez
y hacernos creer por momentos que ese personaje tiene un fondo pero..... cero drama amigos: es una comedia pura.
Las burradas y las putadas que le hace la vice a su hija durante la serie son para enmarcar.
El personaje
de Gary es redondo, ajeno a todo y siempre presente, con todo lo que dice y todo lo que calla, un trabajo muy personal, humano diría de Tony Hale, que construye con sus objetivos un mundo dentro del mundo en el
que se mueve.
Y Matt Walsh es una exhibición de Clown constante.
Anna Chlumsky, Reid Scott, Sufe
Bradshaw y Timothy Simons completan un elenco que no funciona si no es en conjunto, como se demuestra en la sexta temporada.
¡Qué bien funcionan los trabajos corales cuando funcionan bien!
Espero que la sexta temporada,
la más flojilla, sea un instrumento para, después del ritmo frenético de las cinco primeras, coger impulso y obsequiarnos con otra excelente séptima.
Es una serie que suelta carcajadas y a la vez inquieta...
Después de ver VEEP y Mad Men hay que decir que las series pueden ser altamente educativas, en lo que a entender el mundo de la política se refiere. Y una lección de interpretación.
Así
que a ver si en este país perdemos el miedo y hacen en la tele lo que en este país sólo hace el teatro (a veces):
REMOVER CONCIENCIAS.
Buenas noches.