¡Vaaya! Son las nueve.
Viernes 8 de diciembre de 2017.
20:00 hora zulú.
Teatro Arriaga, a mi lado Isa y dos filas más atrás Esti.
La menda (Sra. Smith) lleva todo el día nervous, y consta que Isa (Sr. Smith) y Esti (Sr. Martin) también lo están.
Es la primera versión que vemos de "La Cantante Calva" después de que
la hiciéramos allá por el año 1998.
Y es que es un texto que nos pone nostálgicas y significa la ilusión que teníamos y nos recuerda lo absurdas que éramos y somos. Porque mi madre ha sonreido
con un brillito en los ojos cuando le he dicho que he ido a verla. Y porque marcó en parte el sentido del humor que tenemos.
Nos liberó.
Y nuestra versión bizarra, inundada de música de
los Bee Gees, de ropa sesentera, y de idas de olla jugando con la sonoridad y la intención del texto, sin pensar más allá que lo que sucedía en aquel momento, y sin más intención que la de llamar la atención
del público, creo que es la vez que más cerca hemos estado de la verdad escénica.
Con inocencia y sin pudor. Y con un puntito de ironía y mucho sentido del humor.
El texto ya es bueno de por sí.
Ya destroza el lenguaje. Ya nos pone en una atmósfera que hace gracia y a la vez da miedo. En una atmósfera que nos recuerda a la guerra y a la absurdez del ser humano y su forma de comunicarse.
Ionesco se reía del teatro.
Ionesco
se reía de la tontería del ser humano y de lo humano del ser.
Ionesco se reía de lo tontos que somos al intentar dar sentido a algo que no lo tiene. Que lo tiene ya solo por ser y estar, por ocupar un tiempo y un espacio.
Y nosotros nos reíamos con él. Y el teatro se reía con él.
Porque somos así: absurdos y cómicos en nuestra trascendencia.
Absurdos en nuestro intento de institucionalizar
algo para lo que no ha nacido institución.
Absurdos en excedernos con la solemnidad .
Porque las cosas nacen y mueren y vuelven a nacer y volvemos a comportándonos de la misma forma.
Como la cantante calva: que sigue peinándose de la misma manera.
Texto en el que no se dice nada, como nosotros en la vida. Nos sobran el 99,9 por ciento de lo que sale por nuestra boca, que normalmente nos sirve para no decir
lo que queremos. O para tratar de teorizar nuestras intuiciones y nuestros sentimientos.
Porque con la crisis y la necesidad de ganarse un dinerillo ¿Cuántos cursos han salido de cosas como: " "Laboratorio" (que ahora es
montar una obra, pero cobrando), "como aprender un texto",...?
Como si todo esto fuera teorizable. Es como enseñar a estudiar. Es absurdo, burocrático y emborrona. Y un poquito jeta.
Nosepongannerviooososss, no sepongannerviooosooooos.
Se estudia, se practica y punto.
Pero a la hora de la verdad no nos enteramos de lo que verdaderamente pasa a nuestro alrededor. Y de lo que es obvio.
Necesitamos nuestros eufemismos.
Porque no lo recuerdo,
sin embargo es muy posible, y después de todo: ¿por qué no?
Joder, iba a escribir algo supernaif de lo que viene siendo redescubrir un texto a través de las diferentes adaptaciones y me ha salido un mojón
vomitado.
¿La adaptación en sí? Ni frío ni calor. Da la sensación de haber sido montada a toda prisa y con cada actor por su lado. Y exceso de música durante las escenas.
No. Es. Por. Aquí.
Es. Por. Allá.
Poraquiporalláporaquíporallá.
Buenas noches.