De la frustración de nuetro ego creo que es de donde nacen la consecución de nuestras metas. O de lo que sea.
Si no te ves a prueba, en parte herida, no eres capaz de ver más caminos que el marcado por el resto.
De sentirse desnuda nace la necesidad de vestirse. O de intentar vestirse. Hasta que los pantalones entren en su sitio.
Instalarse en la comodidad está bien para ganarse la vida, pero no querer crecer tanto profesionalmente
y sobre todo personalmente, es como si un cerdo se anclase a un vestido de lentejuelas.
Un absurdo. En el trabajo y en la vida.
Gracias a todos mis maestros por frustrarme, por hacerme querer ir más allá,
por no hacerme cómoda, por hacerme sentir el deseo de entrenar diariamente como fuente de la excelencia en el trabajo.
Y gracias por hacerme ver que la tolerancia a la frustración es parte de este trabajo, que el error es
necesario y positivo, que la vida es la vida, y que hay que seguir caminando.
Pues poco más.
Mi contractura y yo os deseamos muy buenas noches.