Este momento en el que tomas impulso en una nube.
En el que dejas de verte en ego y te ves como una pieza de un puzzle inmenso, tranquilo, en el que no caben la frustración ni la pataleta.
En el que te
ves en forma, te reencuentras y por fin lo ves diáfano, pero no lo suficiente para enamorarte de ti. No lo suficiente para ahogarte en el lago.
El reencuentro con tu propia idiosincrasia y la donas y recibes la idiosincrasia ajena
sin negarla, confiando y tirándote confiando en la red. Sabiendo lo que eres y lo que quieres.
Beber de todas las fuentes y a la vez de ninguna, conocer, trabajar, ser estricta en el caos. Caotizarte. Ser voluble, atrevida e insegura
y a la vez más fiable que nunca.
Más yo, recuperarme, saber que sigo ahí, en el fondo, que soy persona, y que por ello, puedo dar y contar.
Un consejo para un actor/actriz: No darlos.
No ser teórico, pero conocer la teoría, ser creativo en la lógica, ser místico y beber de la realidad, no ser demasiado sistemático pero obedecer a un sistema, ser caótico, puntual y ordenado, ser audaz.
Sobre todo eso, AUDAZ.
Y que sea el resto el que juzgue, si quiere.
Pero tírate.
Tal como eres, tírate. No pienses en como se ve, en tu imagen, porque ¿cuál
es tu imagen?: tírate. Ya irás ajustando.
Buenas noches.