Parto del hecho de que ni soy crítica ni lo quiero ser. Pero este texto es algo muy especial. Lo mejor que he leído en lo teatral en los últimos años y no digo en toda mi vida porque no lo recuerdo.
Coincide
que el año pasado leí el texto en la soledad de mi casa para un curso pensando que se trataba sólo de un texto más.
Y la verdad, no es muy frecuente en mi que sólo con leerlo se te pongan los pelos de
punta y alguna lagrimilla y un poco de náusea aparecieran con ello.
Sobre todo porque es algo que ocurrió, que ocurre en nuestros días, porque hay personas como nosotros, de carne y hueso, que se levantan por la mañana,
que recuerdan sus hechos de niñez, sus sueños y sus nostalgias, y se ven obligados a vivir, oir, ver, oler y actuar en un entorno de guerra, o en la cama de un hospital, o desde la niñez no conocen otra cosa que no sea miseria moral y
física, aunque juzgar si es miseria o no no nos corresponde a nosotros desde la calidez de nuestro sofá.
Sin ir más lejos y sin recurrir a panfletos facilones de telediario de telecinco, o a imágenes y carteles
manidos y folletos de manifestaciones surgidos de nuestras mentes occidentales acomodadas, sin ir más lejos, digo, como nuestros abuelos en tiempos de guerra y de posguerra.
Imaginarnos siquiera en esa situación nos
parece pornográfico y nos produce una náusea interna por nosotros mismos al llorar por ello, ya que los que lo sufren no son ni siquiera capaces de hacerlo, porque lo viven, no lo observan.
Igual que la gente muere, y ocurren cosas horribles
todos los días.
Por eso, este texto me merece el mayor de los respetos.
He ido al teatro para ver si se me caían las bragas como con otras cosas vistas (siempre en el extranjero, por cierto).
Me
alegro de que alguien lo intente llevar a escena. Es un texto complejo primero por la cantidad de texto que lleva consigo, ni una micra insignificante, intenso, importante, que hace que el montaje se te vaya mínimo a las dos horas y media.
Las prisas no son buenas para el teatro. Pasar por encima no es bueno. Estamos acostumbrados por ritmo social, porque ya no leemos un artículo de revista de principio a fin, a montar en pocos meses, porque no nos da el sueldo, porque no nos podemos
permitir monetariamente estar un año en un montaje con grandes pretensiones interpretativas, ni los actores, ni los directores, ni las productoras y por otra parte, el cartel debe ser atractivo, comercial.
Por eso el Incendios de
Mario Gas me parece poco arriesgado.
La escenografía es espectacular, aparentemente sencilla, las proyecciones usadas sin amaneramientos y sin ostentaciones, con mimo. Las transiciones aparecen casi tal cual en el texto, y están
muy bien resueltas, se te impregna la música. Siempre creo que los técnicos y la dirección en este sentido nos llevan años de ventaja a los actores.
La dirección, que es una labor muy compleja en
este caso, me parece poco arriesgada, centrada en hacer entender el texto como texto con exceso de dramatismo en algunos casos, y mucho de lo que yo llamo, cara-cara texto-texto, con lo que en ciertos pasajes se hace monótono y aparece el hastío.
Repito, es una labor complejísima, pero se echa en falta cierto dinamismo que aún a riesgo de lo que parece a priori confusión para el público puede llevarle aún más allá. A la cotidianeidad del horror.
En cuanto a los actores, opinión dispar.
NURIA ESPERT hace gala de profesión en los monólogos finales complejísimos, mezcla de temor, odio a sí misma, y ganas de seguir
viviendo y de sembrar algo positivo y de recuerdo infantil de la vida que no le tocó vivir. Clásico en la puesta en escena pero quizá no hace falta nada más. Un lucimiento que a su edad, tiene mucho mérito. Mínimo,
respeto.
RAMÓN BAREA un Hermille Lebel que sorprende con dinamismo físico, claro, sin fisuras, personaje que parece que pasaba por allí pero que se encuentra metido en medio de un montón de
emociones que no sabe manejar, pero que se presenta como un padrino de viaje perfecto, un nexo imparcial entre el presente y el pasado. Un personaje inventado, fabricado, de colores, que toma forma humana más allá del texto.
Del
resto de personajes que encarna llama la atención el médico, que ha visto mil horrores y que se encuentra derrotado por el presente y la mierda en la que está envuelto.
El único de los actores que fusiona corporalidad, texto,
acción, intenciones. Que parece que no hace nada y tiene un trabajo detrás de artesano, de artista, de actor.
El que quiere dejar claro su personaje, sin pensar en todo lo complejo, partiendo de lo simple, estupendo.
LAIA MARULL
...no se aprecia que su personaje varía con el tiempo, es un personaje sobre el que pasan 25 años. Si bien el amaneramiento a comienzo de obra viene justificado por su edad, luego no se entiende.
Exceso de dramatismo por el que se pierden todos los matices, texto por simple texto, no se advierte por qué dice lo que dice, el deseo de expresar. Si bien la Nawal de Nuria Espert te pone enseguida en su lugar. La Nawal joven no es creíble,
la actriz se limita a ilustrar el texto. El monólogo de la gasolina al que el dramatismo se lo otorga su aspecto, es efectista, pero no traspasa. No se aprecia su relación con Sawda, lo que hace que ésta segunda pierda importancia,
no sé. Exceso de grito y de falsa fuerza. Ilustra más que cuenta.
Y así durante tres horas.
El resto de personajes correctos sin llegar a más, Álex García hacia el final de
la obra elabora una transformación sincera, pero la relación de los dos hermanos en la primera parte es confusa, no está construída, así que es confuso a veces. Es raro. No se diría que son hermanos.
Y un apunte
a una decisión quizá una opinión de gusto, sin más. El francotirador parece un ser malévolo y para mí, en esta obra es otra víctima más del horror vivido.
En definitiva una buena
forma de descubrir esta historia, pero en mi opinión (que poco vale) poco riesgo, mucha convención de teatro español, y no lo sé, y perdón, pero parece que prisa.
No era una tarea fácil,
la verdad.
Sé que es muy fácil opinar desde mi ordenador, pero al tratarse de Élite, creo que hay que ser exigente.
Esperando nuevas versiones.
De todas formas, animo a que la gente se acerque
a verla, porque el texto no deja indiferente a nadie.
Buenas noches.