He leído el ariculo entero de Javier Marías hoy en el País Semanal.
Me parece un tanto misógino. Pero no sé si se refiere a un tema de género.
Creo que por desconocimiento
de cómo funciona esto del teatro hoy en día, se confunde.
No se trata de si Segismundo es interpretado por Blanca Portillo (creo que precisamente, éste no es el mejor ejemplo, ya que su actuación fue impecable,
¡que nadie se meta con mi Blanca!) o por Jose Luis López Vázquez, es cuestión de ésto mismo: cuestión de "gusto" y "estilo", en mi humilde opinión.
Por miedo a criticar a quien no debemos
callamos, pero muchos de los últimos trabajos que he visto últimamente, hablo de montajes que no llegan a ser grandes montajes, pero que sí nacen con esa perspectiva, e incluso reciben premios, me parecen nacidos de reflexiones infantiloides,
de poca honestidad y de pocas ganas de meter de verdad el dedo en el ojo, y si no es menester, por lo menos zambullirse en las miserias humanas en las que se desarrollan ciertas obras.
Como por ejemplo las de Shakespeare, como cita Marías.
Pero no creo que sea por los experimentos que él pone de ejemplos los que a mi a veces me causan rechazo y cierta desazón por lo que se hace con ciertos textos.
Por lo que a veces paso temporadas sin ir al
teatro.
Sino la falta de compromiso con el tiempo y el trabajo actoral que ello supone.
Algo así como arte de "niños pijos".
Las prisas que marca el mercado, la precariedad laboral
y el poco sueldo que obliga a hacer varios trabajos a la vez influyen mucho.
Tanto para los que se dedican a ello plenamente y pagan el alquiler como pueden en 100 trabajos que no les satisfacen o con los que no llegan, como para los que
no pueden y quieren, pero no obtienen lo suficiente para pagar el alquiler y entonces deben cumplir sus ocho horas en un trabajo que no les satisface. Éstos contarían las historias desde el fondo, viven la vida real.
Hablo de los Actores.
La dirección.
A veces la sensación es de que se está poco comprometido con los textos o no sabe de lo que se está hablando. En eso estoy con Marías.
Quizá por absoluto desconocimiento.
Sería como que el presidente del BBVA nos hablara de las últimas ofertas del Carrefour.
O por miedo o incapacidad a abordar ciertos temas.
No cuela, y se nota.
Lo de los directores
no lo entiendo. Por ignorancia probablemente.
Pero los mensajes tan obvios y adolescentes que de destilan de textos que tienen infifnitos caminos para ser entendidos no los entiendo.
Quizá la exigencia de un resultado final pronto y políticamente
correcto es lo que mata.
Esta profesión de revolucionarios al final debe ser políticamente correcta para seguir trabajando.
No importa la escenografía transgresora, y el mensaje panfletario, sigue siendo políticamente
correcto.
Me equivocaré, como se equivoca todo el mundo cuando se generaliza, que es lo que estoy haciendo.
Invito a Marías a que vea buen teatro. Que no lo desheche de primeras.
No
comparto su opinión sobre las razones, pero si sobre la inocuidad general de nuestro teatro.
Hay para mi directores como Andrés Lima y Miguel del Arco que saben y entienden lo que cuentan desde el principio, son honestos. Tanto con lo
textos, como consigo mismos y con la forma de trabajar con los actores. Son de verdad.
Si es que... ya lo decía Dario Fo.
Esa puta cita de la que no me acuerdo...
Buenas noches.