Un bote de mermelada puede ser el augurio de un buen desayuno en el hogar, un símbolo de vida
sencilla encima de una mesa de cocina de campo, el protagonista de lujuriosas ensoñaciones
adolescentes con cantantes latinos y pastores
alemanes, el rastro que nos lleva hacia un cadaver
en una habitación de hotel, el arma arrojadiza de un proceso de divorcio o, en lotes en una
estantería que cede, la montaña que nos sepulta y obliga a los bomberos y a la ertzaintza
a evitar
que protagonicemos la segunda parte de “127 horas”
…
Todo depende de lo que el director tenga en su cabeza, del plano que desee filmar, de la secuencia
de planos en la que ha trabajado, del director
de fotografía que compone esos planos para dar
credibilidad al asunto…
… y por supuesto de la labor escondida y fundamental del editor que pasa infames horas
recortando y recortando y recortando para dar forma al
engendro y dar sentido a todas las
jornadas de caótico rodaje.
Y del actor/actriz. A veces.
Una, desconocedora del gigante que es el cine, alucina con el desconocimiento mutuo que en la
mayoría de los casos
tenemos.
Tanto los actores hacia las labores de dirección, edición, dirección de fotografía, etc, creyéndonos
el ombligo de la película; como todos ellos hacia la labor actoral, es decir, de la información
que
necesitas para poner en marcha tus herramientas, más allá del “necesito que estés triste, pero
menos compungido y más alegre”
.
En definitiva, con la incapacidad a veces de llegar a un
lenguaje común.
Es un lujo pues, acudir a un curso (o podría decir práctica) en la que la labor es mostrar el proceso
de trabajo de elaboración de una película haciendo especial hincapié en la edición,
la cual marca
los picos de intensidad del film, y así pues, si el tipo de película lo requiere, la intensidad y los
“picos” interpretativos del personaje. Lo cual es una herramienta muy golosa para el actor/actriz.
Haritz Zubillaga (junto con sus secuaces Aitor Eneriz, co-guionista, y Norma Vila, directora de
fotografía) muestra el proceso de trabajo que realizaron junto a la actriz de su película y nosotros
asistimos
embobados escuchando que ella tenía el storyboard completo de la película, al oír que
para que entendiera su atmósfera le facilitó referencias fílmicas y musicales.
Escuchamos
cómo
realizaron cuatro meses de trabajo de mesa para, junto a la actriz, ajustar el guión al trabajo
común.
Un ejemplo de esto mismo: tratar de hablar en un lenguaje común que beneficie
a todos.
Profesionalidad creo que se llama.
Buena dirección me parece que se llama.
Humildemente, la segunda ronda del curso se dedicó
a ésto:
Habiendo elegido varias secuencias de un guión facilitado, no conocido, y tras darnos varias
referencias de lo que él y sus secuaces tienen en la cabeza hicimos unas sesiones prácticas lo
más realistas
posible.
Así de simple, así de chungo.
Un buen entreno; un buen regalo.
Muchísimas gracias de parte de todos (en orden
de desaparición, que esto parecía Diez Negritos,
cada vez estábamos menos): Sandra Bermejo, Bego Guerrero, Gemma Martinez, Lucia Astigarraga, Maite Bayón, Miriam Martin, Mikel Martin y Ana Furones.