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iendo Roland Garrós y eso.

 

Viene de familia.

 

Ninguno hemos jugado al tenis en nuestra puta vida.

 

Bueno, un par de veces, más que nada porque las pistas de polideportivo eran de pago, y las veces que el grupo de amigos juntábamos el dinero para alquilar una nos pasábamos todo el tiempo recogiendo pelotas; así que cogíamos una de frontenis y nos lo flipábamos igual pensando que éramos Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martinez o Sergi Bruguera dándole de leches a la pared.

 

No sé por qué extraña razón mi madre flipaba con el ténis por la tele, y mi padre, con su apnea del sueño todavía no diagnosticada, se quedaba frito después de comer, o lo que es lo mismo, se la pelaba lo que hubiera en la tele.

 

No sé de dónde se sacó aquella fijación mi madre, porque en los pueblos de Zamora de la posguerra no había nis pistas, ni creo que nadie supiera exactamente qué significaba la palabra ténis.

 

El caso es que ahí estábamos todos animando y nos convertimos en expertos en passing-shots, bolea, líneas y bolas cortas, bolas largas y globos. Y Out! Net! First Service!

 

Y como esa fijación por la limpieza, por la cama hecha, las rutinas y las cifras de colesterol elevadas, me lo llevé de herencia.

 

Y aquí me he visto las dos finales bien formalita. La primera téte a téte con mi madre, que andaba cabreada hasta que se enteró que la daban en abierto.

 

Y ya, en mi casita me he gilao la segunda.

 

Lo que siempre me ha llamado la atención de este deporte, incluso de pequeña, es la psicología o no sé cómo llamarlo de los jugadores.

 

Ves perfectamente cómo se bloquean, cuándo se cabrean, cuando se sienten solos, cuándo se desconcentran, cuándo están desesperados.

 

Y lo que influye en su  juego. Conchita Martinez daba por perdidos los partidos, como si le diera pereza, mientras que Nadal y la Vicario se desgañitaban hasta llegar a las bolas.

 

Cuando se cabrean no dan una, cuando están perdidos se vienen arriba, sabes quién va a ganar el punto solamente por su actitud.

 

Y la autodisciplina, la capacidad de sacrificio, impresionante, esa soledad ante miles de espectadores en la que pierdes el set y si quieres ganar tienes que jugar mínimo la tontería de dos horitas más a máximo nivel.

Y lo hacen, no piensan eso de, bueeeeeno, toy reventao,  ya veré si lo consigo pal año que viene... (menos Conchita, que casi se lo podías leer en la cabecita, mientras toda mi familia le habría dado de puñetazos a través de la tele).

 

Me parece algo envidiable, no sé, y que sólo se ve tan claro en este deporte.

Animo a todo el mundo a que vea un buen partido de ténis y que se fije en esos detalles.

Es otro mundo. Es como ver reflejadas un montón de emociones.

Aún recuerdo cuando Arantxa ganó contra todo pronóstico a Steffi Graf con 17 años y le compraron un perro y aparecía con su perrillo toda orgullosa: 17 años. (ande andará ya el pobre perro). Ay, nostalgia.

No sé, me apetecía contarlo.

Buenas noches.

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios

16.09 | 18:20

Nasnoches, ay Rita!

27.03 | 15:58

Ceeo que he podido ser yo la inspiradora de este fantástico post. Al menos lo de la frustración y la pataleta parece que me suena. Espero ser recuperable 😂😂😂

19.03 | 21:35

Me ha encantado tu reflexión Ana y gracias por compartirlo. Un gran abrazo. Reyes Cid.
Hasta pronto

07.07 | 11:55

Aupa lander, no he podido escribir mas, pero si, hobby, en fin, eso hace que muchos trabajos sean no remunerados o de baja remuneracion.