Mi guitarra.
La mano emite sonido.
Duelen los dedos.
Pero no puedo dejarla.
Es como un videojuego en el que pasas cada pantalla.
Cada canción.
Cada melodía.
Mis dedos.
No llegan.
No están hechos para ella.
Pero no se escapa
Ella se deja.
Le gusta
ese defectillo.
Y suena como mejor puede con mi torpeza.
No hace falta que seamos campeones del mundo.
Tocamos los sonidos que queremos tocar.
Suenan aquí y ahora.
Nos queremos tal como somos.
No hay secretos,
no hay metas,
no hay límites.
Y nunca hablamos de trabajo.
Arriquitaun!
Buenas noches.