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La espada de Damocles.

 

Esa espada que sujeta de una crin de caballo apunta directamente sobre nuestras cabezas.

 

La única certeza de la vida.

 

La única.

 

El resto dependerá del azar, de nuestros actos, de las medidas que tomemos... Pero ni aún así existe para el resto de cosas absoluta certeza.

 

Un avión se estrella en los Alpes porque un copiloto, supuestamente de baja laboral, deprimido  (o algo más)  se encierra en la cabina y hace descender el avión poco a poco para que nadie se lo impida hasta que no sea demasiado tarde.

 

 

Estas cosas pasan.

 

 

Así, sin más.

 

Nos guste o no, no podemos protegernos de todo.

 

 

Es mejor pensar que un grupo de fanáticos religiosos con turbantes han estrellado el avión, o que estaban haciendo pruebas con armamento nuclear. Y que todo el mundo nos lo oculta.

 

 

Y tomamos distancia. Lo banalizamos. 

 

Eso tranquiliza, porque nos hace ver que el problema no está en nosotros mismos. Porque no somos capaces de aceptar que nuestro vecino, en un día de furia, de la forma más tonta pueda truncar la vida de 150 personas. Eso acojona más.

 

 

Podemos recrearnos en conspiraciones sobre la empresa de aviación, sobre si no han recogido la segunda caja negra porque no han acotado bien el perímetro intencionadamente (seguimos pensando que existe una cosa que se llaman bomberos o equis  que nos rescata siempre, en las condiciones que sea, llamando simplemente al 112, aunque sea en los Alpes a 3000m., los bomberos se fabrican, no son personas) , que si siempre le echan la culpa al piloto...

 

 

Pero no nos va a aportar nada nuevo bajo el sol. Aunque sea cierto. O no.

¿Que las compañías omiten información?

Obvio.

¿Que los intereses económicos superan a los humanos?

Evidente.

¿Que no interesa meterse en un lío con abogados, seguros, familiares, etcetc?

Claro que no.

¿Que a los gobiernos no les interesa que caiga en bolsa un valor potente?

Claro que no.

Pero no nos dice nada nuevo. Nos tranquiliza. Todo sigue igual.

 

 

Pero quien con los tiempos que corren no ha ocultado su estado para no tener que cogerse una baja. A quien no le han obligado a hacer horas extras. Los mismos que al escuchar la noticia se escandalizan de que alguien de baja por depresión coja un avión son los mismos que explotan a la gente en sus trabajos en condiciones que hace precario su servicio, sea en una frutería, sea en un avión. 

 

Quién no se ha sentido aislado alguna vez y con ganas de liarse a hostias un día. A quien le queda tiempo para su pareja, su familia. A quien no le han puesto los cuernos. Cómo nos relacionamos ahora. Cómo competimos. Qué poca atención a nosotros mismos. Que poco valor le damos a la vida real. A escuchar. A estar. Que poco nos queremos.

 

 

De ésto deberíamos estar hablando. Ésto sí tiene solución. 

 

Patologías aparte.

Hay quien se mata solo.

 

Es inevitable. Y acojona más.

 

No vale con destrancar una puerta o pasar un escáner.  

Nunca estaremos seguros.

Dependeremos de una crin de caballo.

 

 

 

 

 

Comentarios

16.09 | 18:20

Nasnoches, ay Rita!

27.03 | 15:58

Ceeo que he podido ser yo la inspiradora de este fantástico post. Al menos lo de la frustración y la pataleta parece que me suena. Espero ser recuperable 😂😂😂

19.03 | 21:35

Me ha encantado tu reflexión Ana y gracias por compartirlo. Un gran abrazo. Reyes Cid.
Hasta pronto

07.07 | 11:55

Aupa lander, no he podido escribir mas, pero si, hobby, en fin, eso hace que muchos trabajos sean no remunerados o de baja remuneracion.