Además de ser la mujer del césar, hay que parecerlo.
Y en algunos casos no hace falta ni serlo, sólo parecerlo.
Es el mundo que nos rodea.
Las empresas fingen
ser lo que no son para conseguir privilegios de acuerdo a unos estándares encaminados a garantizar unos mínimos. Pero como todo, cuando se redunda demasiado acaba siendo una caricatura de sí misma, y termina en esperpento, hasta el punto
de dar conferencias sobre un asunto inexistente. Acaba reducido a números, papeles y cascarilla. A veces muy reñidos con el sentido común. Todo se deforma y acaban apareciendo dos líneas paralelas de trabajo que nunca convergen,
en las que no existe sinergia.
Un absurdo, un enredo, una mentira, digamos.
El gran ejemplo de ésto quizá sea la bolsa, el vil metal inexistente que marca los devenires económicos de empresas y
economías estatales, por ende políticas gubernamentales, y por ende que marca nuestras míseras vidas. Queramos o no.
Esas son las reglas del juego.
Ahora mismo ponerse un pelucón rubio,
una sábana bajera y unas abarkas bastaría para que el respetable te acabara reconociendo como Calpurnia. En el fondo sabrían que te llamas Ruperta y que eres de Apatamonasterio, porque es imposible (que lo sé yo, ¿eh?) que
seas realmente la gran emperatriz (hasta dónde la ciencia llega, pero hasta esto podríamos obviarlo). Pero todo el mundo rendiría pleitesía ante tan magna mujer.
El gran absurdo que reina nuestras vidas. En el fondo participamos
a pesar de saber la mierda en la que estamos sumergidos. Lo hacemos en nuestro trabajo, con nuestras aspiraciones. Y eso al final marca también nuestro devenir personal, obviamente.
Así que... ¿Cómo escapar
de eso?
Buena pregunta.
De momento intentando no solamente acumular esfuerzos por parecer ser la mujer del César, ya que vas a participar del engaño, por lo menos no te engañes a ti mism@ e intenta serlo si
es que lo quieres ser.. Sino, viviremos siempre en una puta mentira absurda desde la cual no se alcanza nada, bueno sí, inflarnos un poquito.
O quizá admitiendo que jugamos a ésto y que hacemos lo que podemos para sobrevivir. Quizá
así por la otra línea paralela podamos reconocernos todavía por quienes somos y qué hacemos aquí. Como humanos coño, no como seres extrasensoriales de ciencia ficción.
En fin, por
cierto, no he visto nada de Angélica Lidell y creo que si la viera no me gustaría demasiado, pero recomiendo cualquiera de sus entrevistas. Se puede estar de acuerdo o no, pero que es honesta consigo misma guste o no, es impepinable.
Back to life, back to reality..