Estoy harta, harta.
De juzgarme, de ser juzgada, de las miradas, de las opiniones, de la hipocresía, el egoísmo, de los dogmas, de las cerrazones, de la negación, de lo negativo, de las luces blancas, de no haber nacido
idiota para no pensar, de no tener la capacidad de eludir responsabilidades, de la puta manía que tengo de echarme las responsabilidades a la espalda aunque nadie me lo pida, y ver como el resto se chanza mientras te amargas, de la peña que alega
a los sentimientos etéreos gratuitamente. En resumen, de todo lo que me impide disfrutar.
Por miedo, es por miedo.
Al fracaso, a que me abandonen, a que alguien se me adelante, a que me traicionen,
a traicionarme a mi misma, a que alguien sufra, a que no llegue a donde hay que llegar, a que se me considere A, a que se me considere B, a que se rían de mi, a hacer el ridículo, a aceptarlo todo tal y como es, miedo al bajón, al cambio,
a las ralladas, la estupidez de que después de algo bueno siempre llega algo malo, a que te digan cuando no sabes qué hacer que todo lo que haces es una mierda, a que no haces las cosas como hay que hacerlas.
Pero, cuál
coño es el dogma, dónde está el señor o señorita que dicta cómo, cuándo y dónde hay que hacer las cosas para no ser una puta fracasada, quién cojones dicta qué y qué no se puede hacer
y de qué manera. Qué mierda de camino dicen que hay que seguir y hacia dónde lleva si es que lleva a alguna parte.
Buffffffffff, adelante, adelante siempre!! llamadme zorra implacable.