La vida a veces es como hacer un cartel (o lo que sea).
Al principio te guías por un objetivo estereotipado:
"Pongo aquí esto y... yaloveoyaloveo, en el medio pongo un esto, qué arte tengo,
qué creatividad oiga, si es que.... tengo unas ideotas.. y qué imagen más bonita leñe, ésta la tengo que poner".
Y el estaría bien:
"Estaría bien dibujar lo otro y lo
pongo encima del fondo éste simbolizando aquello, si es queeeeeeee, ¿cómo no se le ha ocurrido ésto a nadie antes? Soy una Tesla, una genia en la sombra ¡¡¡Redios!!!".
Y al grito de ¡wikipedia
quiéreme! Te pones al asunto.
...
...
...
Y entonces ocurre...
Realidad versus estereotipo.
Dadas las escasas dotes para el dibujo con el ratón de la usuaria, y la escasez
de recursos léase programas de edición decentes, el resultado se quiere parecer pero no.
Echas un pis, te bajas a comprar algo, le das de comer a Rita. Y sin querer, vuelves..
Y entonces es cuando ocurre.
Es decir, una vez que eres consciente de tus supuestos límites, cambias la idea, surgen ideas nuevas que ni por el forro de los innombrables se te habrían pasao por tu pequeñita cabeza primigenia con falta de miras.
Y resulta que
el resultado resultante podría no tener límites.
Paso de moralinas, pero a veces nos enfrascamos tanto en nuestras cerradas ideas, que es necesario un parón, un respiro.
Y es entonces cuando no sólo ves,
sino que miras lo que tienes al ladito y valoras lo que tienes al alcance de la mano.
Y así, ¡así!, se puede ser un poco feliz.
Porque nos llenamos de sueños y palabras vacías, y a
veces con un gracias o un te quiero bien dicho, se te caen las lágrimas.
Feliz vuelta a las obviedades.