A veces tenemos mucha presión autoimpuesta, en el trabajo, no hablo de otros asuntos que también me preocupan.
Puede que sea cosa de generación, educacional, me explico:
Mis padres vienen
de un pueblo zamorano. Mi madre estuvo emigrante en Alemania (vente a Alemania Pepe), estuvo en Madrid interna y en Bilbao también, sirviendo. Mi padre vino a trabajar para construir el pantano de Güeñes (siempre me contó
que dormía con la navaja debajo de la almohada), se hizo camionero y terminó conduciendo un autobús. Por supuesto, familia numerosa.
La gente de mi entorno desde niña tiene los mismos orígenes o parecidos. Es
de imaginar que la educación de unos padres que procuraron trabajar para que sus hijos tuvieran un futuro con las aspiraciones que a ellos se les negaron, sea de un cuidado absoluto por la disciplina y el no quedarse quieto. El hacer todo lo que esté
en tu mano, porque en tu situación, nadie te la va a echar, ser honrado, no hacer daño, respetar al resto y no meterte en líos. El trabajo es una cosa, y lo otro, lo otro.
No es victimismo ni queja. Nunca me
ha faltado de nada y he vivido bien, me alegro de ser como soy, y mi entorno también. Es más, en mi cuadrilla laboralmente tenemos la suerte de no irnos mal. A ninguna.
No es queja, es la pura realidad.
Secuela generalizada en nuestra generación: Nos exigimos el máximo constantemente, el poner todo en el asador, nos presionamos mucho, tememos el juicio y el fracaso. Nuestro propio juicio quiero decir. El juicio de los demás ya te lo
da la vida y lo sufrimos todos. Pero el primero es el más peligroso. Y las decepciones, las contínuas decepciones.
Y por supuesto, el miedo al fracaso de morirse de hambre, tener que pedir, o acabar en la puta calle.
¿A qué viene todo esto?
No sé, me lleva a muchos temas.
La idea principal es que cuando te dedicas a esto del arte y quieres arriesgarte un poco, por ejemplo, marchar al extranjero un tiempo, etc. la necesidad
monetaria te lo impide. Y el clásico de que cuando tienes dinero, no tienes tiempo. Cuando sales fuera te das cuenta de que los que se dedican a pleno pulmón y a lo loco, normalmente tienen un colchón por detrás.
A ver, ejemplo, yo no me metí en una escuela en su día porque mis padres no lo podían pagar, ni con mis primeros sueldos. Ni mucho menos imaginar estudiar en otra ciudad en una escuela privada.
Pero no hablo de mí,
hablo en general, porque mi situación ahora mismo me permite cierto margen de riesgo.
De ahí nace la idea del respeto por absolutamente todo lo que se hace con humildad y respeto. Lo dijo el Gran Gatsby: "Antes de juzgar
a otros, asegúrate de que han tenido las mismas oportunidades que tú" .
Hace poco hablaba con alguien de los grandes genios de la literatura. Casi (y digo casi porque no me conozco la biografía de todos)
todos los genios de los últimos dos siglos eran bon vivants de buena familia, que se dedicaban en exclusiva a ello desde muy jóvenes. Mira, ahora me viene a la cabeza Miguel Hernández, pero aún así, no me los imagino trabajando
en una mina ocho horas para alimentar a una familia y luego escribiendo sonetos por la noche hablando del color de las nubes. Con todos mis respetos a los universos que sólo ellos supieron crear.
No sé, es sólo
una idea que me ronda por la cabeza, las presiones... No sé.
De momento, encontrar mi rinconcito y seguir andando..