Os presento a Rita, una tortuga con carácter y personalidad propia. Saluda rita!! (ha mirado con recelo, y creo que con hambre).
Rita vive conmigo desde hace tres meses. Os cuento brevemente la historia de cómo nos conocimos.
En el montaje de la última obra "Delirio para dos", estábamos diseñando el cartel y en nuestras conversaciones-divagaciones hablábamos de la posibilidad de que alguien nos dejara una tortuga para sacarle unas fotos haciendo pareja
con un fornido caracol que convive con una de mis compañeras de reparto.
Dos días después en el trabajo que uso para pagar mi hipoteca, como por casualidad, una compañera exclama "¿Alguien quiere una tortuga?" Estoy
hasta las narices de ella". Y yo como quien no quiere la cosa tras pensarmelo dos segundos alcé la mano y me ofrecí voluntaria. Compañeros mirándome raro, era más fácil aceptar en silencio que tratar de dar explicaciones
de por qué me alegraba tanto la proposición. Tres días después estábamos conviviendo.
¡ESTUPICASUALIDAD!
Son esas cosas que tiene el cosmos, cuando estás preparando un trabajo todo parece alinearse
para que todo lo que acontece a tu alrededor tenga sentido y que todo lo que tu banal vida te ofrece, de repente por casualidad, energías o destino (un árbol con forma extraña que dice todo en lo que estás trabajando, una pintura,
una conversación....), se conviertan en señales de que algo está siempre contigo... ...y te ofrece una gran posibilidad de trabajo actoral de observación.
TRABAJO ACTORAL
En ese momento yo tenía dudas sobre
uno de los personajes, masculino para más señas, y que por mi temperamento natural, y por trabajos anteriores resultaba demasiado agresivo, para gusto de mi directora y para mi gusto y proceso.
Rita me cayó del cielo. Me dediqué
a observarla, sus reacciones, su forma de huir, de mirar, sus rutinas en su encierro, su mirada, imaginaba que ella era el personaje e imaginaba lo que pensaba en cada momento, su forma de mover las patas, su forma de comer, de alargar el cuello para ver qué
sucedía, sus movimientos suaves, débiles, ramplones, su resignación a veces, sus giros inesperados, su monólogo interior, sus ansias, sus deseos, su sentido del humor, su mal humor, sus sueños. Y todo eso traté
de introducirlo y reproducirlo mental y físicamente, en mi, en la historia y en el personaje.
Vaya.. que llegué a pensar que si se moría Rita se moría el personaje, y que si no hubiera existido en mi vida ese personaje
no habría existido. Cosas de actores supersticiosos.
Mi conclusión es que un actor debe estar atento, apuntar, observar, reproducir, tener el objetivo claro y dejarse llevar por lo que la vida le ofrece... porque no somos más
que pequeños trabajadores del arte universal, que nace de la vida cotidiana, sin aspavientos.