A quién no le han invitado a una boda.
¿Quién no ha sido testigo de cómo los amigos más allegados no pueden ir a la boda por falta de dinero, la obligatoriedad económica social?
Mientras, el novio y/o la novia se ven rodeados de "amigos" del curro, compañeros de la uni y demás invitados por compromiso, y los más allegados y a los que más quieres se quedan en su casa. No sin antes haber sido testigos
y protagonistas todos de broncas, impotencias y rituales absurdos.
Los novios pasan meses pensando a quien regalan los novios de la tarta, cuántos habrá para repartir, porque claro, no se los podemos dar a fulanitos y no
a menganitos.
El reportaje de fotos ya no se hace el mismo día, por aquello de la hambruna creciente y la molestia. Y se hace dos meses antes o después en una especie de posado-robado lleno de artificio festivo,
y del que, reconozcámoslo, huímos cual elefantes visionarios de roedor, en el momento en el que los novios, una vez pasado el convite, se acercan a enseñarnos la obra de arte.
Y como ésto, los
regalitos para los invitados, el viaje de novios, los zapatos de la novia, el chaleco del novio, el traje de la madrina, el centro de flores, la fianza de la iglesia para tirar arroz, el pago a la iglesia...
Y junto a todo ello, que hace
treinta años se hacía de forma espontánea y con presión, pero la justa de todo aquello que supone la organización de un gran banquete, surgen como buitres carroñeros los que ganan dinero con esta necesidad autoimpuesta.
Los Asistentes de Boda.
Que te aconsejarán sobre lo que se lleva, no se lleva, lo que se "debe" o no se "debe" hacer.
Así que lo que surge de la necesidad de celebrar la unión
entre dos personas, de manera religiosa o no, nacida desde las ganas de compartirlo y celebrarlo; surge un negocio que responderá a la cualificación de absurdo.
Incluso hay gente que se gana la vida con ello.
Además de los curas, obviously.
Éste es el ejemplo más claro de la esterilización de la sociedad y de la "cultura del envase". De la imagen en el sentido más absurdo de la palabra.
La sociedad del videobook, de los cursos para conseguir imágenes, del postureo facebukiano, de la sonrisa grapada a las mejillas...
Y de los partidos políticos que basan sus estrategias en postureos vacíos, porque
la realidad de necesidad de reordenar un país, se ha convertido en un recuento de votos (si es que alguna vez fue alguna otra cosa). Con el consiguiente beneficio para el beneficiario mire usté. Y hablamos de quién gana un debate, quién
nos cae mejor, quién mueve mejor las manos....
Y mientras tanto la vida sigue igual y el país se va a la mierda porque nadie mueve un dedo.
De una realidad que nos convierte en seres estériles
y fugaces en convicciones.
De una era digital que ha convertido el mundo actoral en un mundo de perfiles. Inmediato casi, de selección rápida y de ahorro de esfuerzos y de responsabilidades profesionales. Pero
más barato. Y por consiguiente, más fácil de desechar.
De lo fugaz.
De las estrellas que surgen hoy y en tres días están olvidadas.
En la que para
ir a correr, necesitas esperar tres semanas para ir al decathlon porque ir con el chándal de toda la vida y la camiseta del veranoski no es lo mismo.
Y no es lo mismo si no controlas de barritas de proteínas, ni de camisetas
transpirables, ni de peso de zapatillas para correr 5 putos kilómetros, que en África corren todos los días niños descalzos para ir al colegio.
La sociedad cascarilla.
Buenas noches.